El dióxido de titanio es el pigmento más habitualmente utilizado en el mundo, ya que proporciona a los productos finales una brillante blancura, opacidad y protección. Asimismo, es empleado en las artes gráficas donde se precisan pequeños espesores de recubrimientos se utilizan pigmentos de dióxido de titanio muy finos. También se ha usado como agente blanqueador y de opacado en esmaltes de porcelana, dando un acabado final de gran brillo, dureza y resistencia al ácido.

El dióxido de titanio permite extender la vida útil de una gran variedad de plásticos y cauchos, ya que sus propiedades permiten minimizar la fragilidad, la decoloración y otros efectos adversos que genera la luz. En la fabricación de papel se aplica cuando se requiere tener un papel más blanco, más opaco y brillante. En la industria cosmética permite ocultar imperfecciones de la piel y darle brillo para que luzca mejor.

También es usado en el envasado de alimentos y fármacos; al ser un material opaco que absorbe la radiación, protege a productos que la luz pueda degradar como jarabes y otros medicamentos. Además alarga la vida de los alimentos porque los aísla y no permite el paso de la luz.